martes, 22 de enero de 2008

LAS MANOS DE LA NIEBLA




Cuando el sol parece luna
y el día,
una suerte de estancia evanescente,
se orilla la sombra
en el devocionario añejo del recuerdo y
cómplice, el virus gregoriano del ritual,
se vuelve efigie,
poniendo al descubierto la edad de hielo,
sobre el umbral de lo inconcluso. No era terror,
era asombro,
ante las cíclicas imágenes
de un vinilo rayado ya de antiguo. Conversación
que suena a repetida
cuando creí haber dejado zanjada
mi inocencia. ¿Acaso es imposible
escapar
de la cara sin nombre de un purgatorio denso?

Ir
por el lado izquierdo de la vida
es, a veces, un destino. Como ese gen
de mitocondria
perpetuado, millones de años de través,
en la inconsciente geología de la mímica. Guión
que resucita
al respirar papiros sin dormir. ¡Tanto tiempo
el cuerpo en entredicho
y aún no he descubierto los secretos
que celan las manos etéreas de la niebla!

Tatuaje en la piel sin enterarme
en génesis imbricado a la memoria. No
es quejido, sólo pausa,
para poder clavarme el avocat
con la dosis precisa de entereza.


Pilar Iglesias de la Torre

De mi Libro: "LA LECHE DE LOS PECHOS"