domingo, 3 de agosto de 2008

REGRESO AL PROTONÚCLEO



Rasgar las entretelas como se rasga,
piel de arpegio mudo....Romper el folio
segundos antes de morir....Después, la desnudez
y el calcio solitario de los árboles
cuando dibujan
el intrínseco ingrediente del silencio,
ese punto equidistante de la desolación del ámbar
o del cenit axial de la fractura. También la desmemoria
en el olvido sinfónico que significa el invierno
al agostar las venas, su hemorragia.

Ya no espero el desbordarse la conciencia
ni el testimonio del crepúsculo
como premonición de ese después en los gradientes.
Tampoco, el ánfora fenicia
en su travesía lunar de rompeolas.
Es el final del diccionario aquél de Ítacas,
hilado poco a poco, en la meiosis. Alguna vez la ruina,
habría de deshabitar el universo
desencriptando jeroglíficos, para encefalograma plano.

Confieso, sin embargo, el dolor de los epígrafes
en su descenso abisal hacia la umbría,
y la resistencia extrasistólica, a la negación del yo.

Me parece regresar, al protonúcleo de esa estrella
que un día, en alquiler, fijó mi residencia,
y desandar los pasos, dejando el labio impreso
en el hueso innominado de los troncos
como aroma a evaporarse,
en su ardiente explicación, de la energía oscura.
Acaso, el último diseño, de una mueca extinta
abriendo nuevos horizontes, para otra radiofrecuencia.

PILAR IGLESIAS DE LA TORRE

2 comentarios:

Santiago Redondo Vega dijo...

Siempre Pilar, regresamos al protonúcleo, siempre. Nacer es morir y viceversa.

De tus versos se nacen las costuras que aupan la vida a lo consciente y nos arrastran, irremediablemente, a la meditación de lo inconsciente, de lo utópico, casi de lo insensato. Más allá de lo racional también saben anidar los versos, porque... ¿para qué sino nacieron los poetas?

Un abrazo.
Santiago Redondo Vega

Me Rio De Su Gloria dijo...

Aguanta, Góngora.