sábado, 21 de abril de 2007

A LOS QUE FALTAN






Las manos, a veces, nos miramos,
dándonos cuenta con asombro,
que nos faltan dedos.....Quizá
nosotros mismos fuimos segadores y
cercenamos sin pensar, el universo.

¿Cuántos átomos pueden faltar
sin que comience a resentirse
la energía de una nova?

Uno, dos, tres,
cuatro.....quizá, pero,
ay!, ¿qué fue del sincretismo y
la pared maestra del nombre aquél
que creímos, nuestro?

Son los puntos suspensivos, un sendero,
rosario interminable que comienza
en el primero....fragilidad de lazo en el instante
con aspiración de espiga aún en brote,
sin que pueda saberse nunca,
qué estornudo, qué aleteo,
configuró
la madrugada de otra forma.

Pensativa y errabunda,
ante el espejo, paro y
dejando rodar
los tirantes del vestido,
desnudo el ojo sobre el alma,
me pregunto
¿quién soy yo
para saber cómo ha de ser el cielo?

Porque, no hay alba que se esfume
sin un halo de nostalgia,
ni palabra que no haya podido ser dicha
caminando.

y yo, menos que nadie,
que desconozco el alfabeto


Pilar Iglesias de la Torre

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