sábado, 23 de junio de 2007

PAN Y CIRCO




Necesito
mi pan y mi circo,
maniáticos impulsos,
psicofármacos ordenados por colores
y formas de administración
de una rutina
tan perpetua como imprescindible.

Si no moviese siempre un pie tras otro,
sería como parpadear a destiempo.
Si negase las cicatrices de mi piel,
las partículas de arena y polen
de mi escenario,
sería como evadir los únicos impuestos que recaudo
para sostener mi alba neuronal.
Sería entonces,
vestido con raída cosmovisión,
cuando la esquizofrenia me helaría
los huesos,
volviendo mi sangre
mercurio intermitente,
aguda sensación de príncipe destronado
acreedor de mil piezas
que no encajan,
jamás.


Eduardo González García

jueves, 14 de junio de 2007

ECUACIÓN DE UNIVERSO




Se han despertado las ardillas al
despuntar los almendros de su sueño letárgico. Aún
no ha derretido la nieve su presencia
sobre los arrabales que la muselina del invierno conducía
y ya los vestigios dormidos de semillas
asoman sus cabezas entre boj.

Es
la fuerza que la vida desciende
impregnando el centro volcánico de níquel que
a fuerza de sangre
brota el ímpetu escondido
en un magma protoplásmico invasivo
arrasando y naciendo puños en su entorno.

Es un eje con raíces
hundidas en el principio de los tiempos
el de la espiral que desarrolla la energía cósmica.
Ninguna mano frenará
el giro con el que habla en su discurso sinfónico,
solo
el cumplimiento final del mensaje cifrado
en su material genético,
podrá poner epílogo
expirando.

PILAR IGLESIAS DE LA TORRE

jueves, 7 de junio de 2007

ME ESTOY ACOSTUMBRANDO A LA ESTRIDENCIA





Me estoy acostumbrando a la estridencia.
Hoy mismo,
la moral huyendo hacia delante,
el piso rojo
sin baldosas paralelas,
el estudio interrumpido por blancas huellas resonantes
en la impresionada alma mía.
Sigo reuniendo testimonios,
palabras cruzadas,
confluyentes en lo que juzgo verdad.
Y falto aún yo de baluarte,
no puedo profanar lo naranja de las farolas
por miedo a su ofensiva de luz.
Evito la confrontación,
despreciando el resultado,
cediendo mis acciones a otros músculos,
volviéndome de espaldas
mientras suena esa melodía desacompasada,
que tanto odio.



Eduardo González García