domingo, 30 de diciembre de 2007

PLAGIO



Creciste devorando miradas ajenas.


Y la suerte te sonríe, mi perversa,


mientras engulles sangre de otros;


su esforzada esencia transcrita,


grabas con tu nombre.


Es patético, perdona mi osadía,


marcar dolor extraño como propio,


orlar tus ojos con las lágrimas ausentes


de quienes sí conocen qué es tener un alma.


Podredumbre interna,


tienes el tinte del vacío filtrado en tu mirada.



Tu beso hueco es abandono,


mi princesa,


y en tu boca muerta mora lo anodino.



Calígula, te llamaré por siempre


Calígula!


-con la Fortuna por escudo


y la Discordia por Espada-,


innoble matriarca.



Nunca olvides lo que fuiste


que es nada


ni lo que eres


una imitación de la tragedia.



Te recordará el espejo en su silencio


la terrible verdad:


cada latido robado


es inanición


devorando siempre más, y de continuo


el vano intento de saciar tu nada.


¡Qué inútil!.



Como una maldición antigua


grabada en la perversidad de Babilonia


escucha el eco de los dioses que te velan:


goza de este banquete de entrañas,


porque sólo conocerás el hambre.


ISABEL REVUELTA GARCÍA

2 comentarios:

Sandra Garrido dijo...

Esta es la pobreza humana, faltos de personalidad se persiguen tras otros, como los conversos que son pasto de la sociedad, Duro poema .

Un saludo

Kike dijo...

Inspiradores versos, como siempre leo por aquí. En esta ocasión la temática es un poco triste, pero aun así, el poema resulta muy bonito.

Fleiz año nuevo.